Si no nos dedicamos y no nos esforzamos difícilmente podremos lograr los objetivos. Esforzarnos en ser buen ejemplo para nuestros pequeños, implica no rendirnos cuando las cosas que queremos enseñarles toman más tiempo del deseado, esforzarnos por no perder la paciencia, las ganas, las metas. Porque por más complicado que a veces resulte el escenario o las pruebas de la vida, no debemos perder la fe en que, si nosotros ponemos siempre nuestro mayor empeño de forma adecuada, con el cuidado necesario, eso hará que aún la tierra más estéril dé fruto.

Sin embargo, lo cierto es que a veces pasa que no sabemos a ciencia cierta qué debemos de cuidar o alentar, para que nuestros anhelos de un futuro exitoso para nuestros hijos y la educación que les estamos dando, converjan en un lugar común: una especie de cauce donde puedan fluir de manera natural hacia el éxito. Por lo mismo, un buen comienzo es definir la palabra éxito. Empecemos diciendo que es la culminación de un deseo o proyecto de manera satisfactoria, y que se caracteriza por ser subjetivo y relativo.

Dependiendo del entorno, circunstancia y ambiciones podemos o pueden considerarnos personas de éxito, dependiendo de la meta de cada quien y la tenacidad que ponga para alcanzarla hablará de si hay o no un logro, porque lo que para algunos sería un fracaso, para otros es éxito y viceversa. Por ello es importante que al momento de educar a nuestros hijos partamos en primer lugar de que una vida exitosa poco o nada tiene que ver con bienes materiales y que, por lo mismo, educarlos para el éxito tampoco está relacionado con la cantidad de riquezas que se posean.

Éxito es la capacidad de sentirnos plenos con nuestra vida, satisfechos con lo que somos, con lo que hacemos: es amarnos y amar a los otros. Como dice la canción: "All you need is love", la respuesta siempre ha estado allí. Aunque por supuesto necesitamos algo más que un hogar y padres amorosos, debemos estimular algunos aspectos de la personalidad de nuestros peques, para irlos encaminando por la senda de una vida de logros, y los aspectos que debemos alentar más en ellos son:

• El ser entusiastas, las ganas con las que hacemos las cosas, muchas veces puede marcar toda la diferencia.
• Tener metas claras, enséñales a identificar qué es lo que desean realmente.
• Ser valientes, las personas que logran sus sueños saben que deben enfrentarse a muchos obstáculos antes de triunfar.
• Ser imaginativos, la creatividad es la capacidad de ver lo que otros no. Debemos alentar sus sueños, su inventiva, ponerles retos.
• Tener confianza en ellos mismos, la confianza es muy importante en todos los aspectos, porque de allí surge la fuerza para seguir avanzando.
• Ser organizados, esto no necesariamente tiene que ver con ordenar la ropa, sino más bien con establecer prioridades, y la prioridad máxima siempre debe ser el ser felices con quiénes somos y lo que somos.
• Ser persistentes. Enseñarles a no ser una persona que se rinda ante el menor tropiezo, sino que asuman los desafíos como parte de la enseñanza y el crecimiento.
• Lograr un esfuerzo constante. En una ocasión un profesor nos decía que era mejor el esfuerzo que el talento, porque a veces desperdiciamos nuestros talentos, pero alguien que se esfuerza siempre va a obtener resultados.
• Valorar. Pero sobre todo debemos enseñarles a valorar su vida, su familia, sus amigos, sus oportunidades, su salud, sus sueños, a ser conscientes de que entre millones de posibilidades, les tocó ser ellos y eso por sí solo ya los hace especiales.

Algo que no debemos de perder de vista, es que existen muchas formas de ser exitosos; afortunadamente no es un concepto rígido, sino que depende de lo que queramos, de nuestras metas, de nuestra manera de ser. Sin embargo, si partimos de que por éxito nos referimos al final feliz, a la culminación deseada de nuestras metas, entonces una persona que ama lo que es, por encima de lo que tiene, seguramente se sentirá y de hecho será una persona exitosa.

La felicidad es el éxito máximo de los seres humanos, amar quiénes somos, a lo que nos rodea y a quienes nos rodean; sentirnos dichosos de la vida que nos tocó vivir, las pruebas que tuvimos que afrontar, el placer de hacer lo que nos toca, todo ello es, definitivamente, la expresión máxima del triunfo.

Y todo ello está en nuestras manos, al enseñarles a nuestros pequeños y a nosotros mismos el valor de ser entusiastas en la manera de afrontar las dificultades, poniendo metas y propósitos a nuestro día, siendo valientes en nuestros sueños, imaginativos en nuestra forma de dar amor, confiados en el valor que como seres humanos poseemos, organizados en nuestras prioridades, persistentes en nuestros deseos, esforzados al momento de llevar a cabo nuestras tareas y agradecidos de nuestra existencia.